EL CAFÉ SUIZO.

Pocos años antes de que la calle Ancha de Peligros fuese renombrada como calle de Sevilla, vino a instalarse en Madrid el Café Suizo. En la esquina con la calle de Alcalá, en una casa elegante y de nueva construcción, la compañía formada por Francisco Matossi y Pedro Fanconi abrió este nuevo café el día 3 de mayo de 1845.

Fuente: momoriademadrid.es (1919). La calle de Alcalá y el Café Suizo, cuyo toldo se aprecia a la derecha de la fotografía.

Los dueños formarían la sociedad “Matossi, Fanconi y Compª.” abriendo cafés con el mismo nombre en varias ciudades del país (Bilbao, Zaragoza, Alicante, Granada, Sevilla) hasta un total de cincuenta y tres. Cada uno de sus locales, además de los salones para tertulias, tenía una zona destinada a pastelería, ya que Fanconi era un excelente repostero.

El Café Suizo de la calle de Alcalá era un local con capacidad para quinientas personas, con entrada por la calle de Ancha de Peligros (Sevilla) y por la de Alcalá. Sus grandes ventanales se repartían entre ambas calles y, si el tiempo acompañaba, disponía una terraza a lo largo de su fachada. 
 
Dividido en varias y espaciosas salas el Suizo adornaba sus paredes, cuando fue inaugurado, con rico papel de diferentes clases. Veladores de mármol en varios colores rodeados de pequeñas banquetas sin respaldo forradas de terciopelo rojo, elegantes y bien situados quinqués de gas. En la planta del sótano tenía dos espléndidas mesas de billar y una escalera de caracol construida al aire, que subía a un pequeño salón donde había varias mesas para juegos no prohibidos.

Fuente: hemerotecadigital.bne.es (1871). Interior del Café Suizo.

Inmediato a la zona donde se ubicaba la venta de repostería vino a situarse un salón para señoras.  

Comenzaba el verano del año 1855 y los dueños de este café pensaron que las mujeres solas, cuya presencia en estos establecimientos no estaba bien vista sin estar acompañadas de padre, hermano o marido, también tenían derecho a disfrutar de sus instalaciones. El nuevo recinto mostraba a su entrada un rótulo prohibiendo el acceso a los caballeros, quienes de inmediato tacharían la nueva propuesta de extravagante y ridícula. Los detractores del nuevo salón exigían que debía desaparecer, aduciendo que la mayor parte de las damas refrescan, visten, calzan y se divierten a costa de los hombres. No tendrán quien las convide. Pero el salón blanco, como así lo llamaron, fue un éxito de público.

En el Café Suizo se celebraron muchas tertulias de políticos, literatos, aficionados al toro, médicos, economistas. Junto a las puertas de la repostería, en uno de los veladores, solía sentarse Gustavo Adolfo Bécquer, que a este café asistió hasta el final de su vida.

Fuente: hemerotecadigital.bne.es (1919). Tertulias en el Café Suizo.

El político Antonio Cánovas del Castillo, el poeta Vicente Barrantes o el escritor Pedro Antonio de Alarcón formaron parte de una tertulia en este café entre los años 1848 y 1857.

Sobre el año 1870 el dramaturgo Marcos Zapata o el dibujante Francisco Ortego se reunían también con el autor Adelardo López de Ayala y los pintores José Casado del Alisal y Antonio Gisbert.
 
La lista de los tertulianos en el Café Suizo fue muy extensa. Por él pasarían, a lo largo del tiempo, políticos como Nicolás Salmerón o Laureano Figuerola; escritores como José Echegaray o Manuel Fernández y González.

El Premio Nobel Santiago Ramón y Cajal tuvo también tertulia en este café, que recordaría en el libro “Recuerdos de mi vida” publicado en el año 1901. Yo debo mucho a la sabrosa tertulia del Suizo. Aparte ratos inolvidables de esparcimiento y buen humor, en ella aprendí muchas cosas y me corregí de algunos defectos.

Fuente: madrid.org (1919). La esquina de la calle de Alcalá con la de Sevilla.
 
El honesto café de la alta burguesía madrileña, serio y tranquilo, poco a poco fue entrando en decadencia. Los componentes de las tertulias fueron creciendo en edad, mientras que los jóvenes escogían otros lugares de esparcimiento con ambientes más bulliciosos.
 
Aquel viejo Café Suizo echaría el cierre definitivo el día 16 de julio de 1919. Su edificio sería demolido y con él también desaparecería el famosísimo Salón Teatro Japones de efímera pero intensa historia.
 
Aquellos quesitos helados, los pasteles y los bollos de leche especialidad del repostero Fanconi a los que pusieron el nombre de suizos, serían recordados en el tiempo al igual que las mil y una tertulias que allí tuvieron lugar, cuyos componentes evocarían con melancolía en sus múltiples memorias o en artículos de los periódicos.

Fuente: hemerotecadigital.bne.es (1919). Fachada del Café Suizo con su terraza.

Con rapidez comenzarían las obras de un nuevo edificio, propiedad del Banco de Bilbao. El proyecto del arquitecto Ricardo de Bastida concluyó en el año 1923 y allí continúa.


Fuentes:

es.wikipedia.org
hemerotecadigital.bne.es
madrid.org
memoriademadrid.es
prensahistorica.mcu.es

Comentarios

  1. Otro más de sus insuperables artículos. Muchas gracias.

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  2. Muchas gracias por tan amable comentario, Fermore.

    Espero también su visita y suscripción al canal de vídeos que el blog tiene en esta dirección:

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    Un saludo cordial.

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