DE MAISON DORÉE AL CAFÉ LEPANTO

El tramo de la calle de Alcalá, situado entre Cedaceros y Sevilla, fue conocido como la acera de los cómicos. Las terrazas de los consecutivos cafés, allí situados, cada tarde llenaban sus mesas de actrices y actores, para ver y dejarse ver, en busca de un nuevo papel en las obras representadas en los teatros de Madrid.

Lion d'OrIvory y Maison Dorée eran los cafés más populares en este trozo de acera, que también incluye al teatro Alcázar. De los dos primeros ya hemos hablado en nuestro blog y podéis encontrar sus historias pulsando sobre sus nombres.


Fuente: hemerotecadigital.bne.es (1934)
Terrazas de los cafés Ivory y Maison Dorée de la calle de Alcalá.

Como café-brasserie verdaderamente notable, Santiago Gisbert y su socio Grases inauguraron Maison Dorée el día 1 de mayo de 1905, en el entonces número 42 (hoy nº 22) de la calle de Alcalá. Su decoración modernista, que constituyó una verdadera novedad en el Madrid de aquella época, fue realizada por los arquitectos Miguel y Pedro Mathet -padre e hijo-.


Fuente: hemerotecadigital.bne.es (1921)
Fachada y terraza del café Maison Dorée.

Deportistas, actores y actrices, peñas taurinas o escritores como Pedro Muñoz Seca, Eduardo Marquina Angulo y Carlos Arniches Barreda se citaban en este bellísimo café de la calle de Alcalá cuya decoración, que no dejaba indiferente a nadie, fue obra del pintor Leopoldo Barreda.

El buen gusto y la elegancia de Maison Dorée también se dejaban notar en suelos y techos, en sus elegantes columnas repujadas en oro, la profusión de focos eléctricos, espléndidas cocinas y soberbios retretes provistos de aparatos automáticos, con sobrada dotación de agua. Este local también contaba con un salón para señoras. Allí podían tomar el té de las cinco o los helados que se fabricaban en una de las dependencias de la propia cocina.

Importantes obras en el edificio, que ya había cambiado su número 42 por el 22 de la calle de Alcalá, obligarían a cerrar este café durante más de dos años. El inmueble, propiedad del acaudalado dueño de varias grandes parcelas de la zona, fue elevado en tres alturas que hicieron cambiar por completo la fisonomía de su fachada, tal y como hoy continúa (probablemente diseñado por el arquitecto Luis Ferrero Tomás).


Fotografía de Gustavo Gillman (1907), gentileza de Penny y Julio Gª Moutón.
A la izquierda, tras el tranvía, se ve la antigua fachada del edificio, con el café.


Maison Dorée volvió a inaugurarse el sábado 29 de diciembre de 1923 a las 5 de la tarde, bajo la dirección del industrial Manuel Rodríguez Bermejo, pero con un aspecto renovado y perdiendo toda su bonita ornamentación modernista.

El arquitecto Luis Ferrero diseñó este recuperado café empleando los más ricos materiales, lo mismo en telas, maderas, mármoles y demás contando con los mejores artistas, entre ellos el pintor Téllez (quizá Aristo Téllez).

Las tertulias volvieron a su interior y a la terraza de la calle de Alcalá. Entre ellas destacaba la conocida con el nombre de “Caimania”, peña formada por todo el que tuviera algo que ver con la cinematografía de los años veinte del siglo pasado.


Fachada del renovado café Maison Dorée (años 30) y su nuevo edificio.
Gentileza de Latinapaterson.

Tras la Guerra Civil Española el café Maison Dorée, que había continuado su negocio durante gran parte de la contienda, dejó de existir. En su local se inauguraría, el día 1 de junio de 1941 el Café Lepanto.


Fotografía de Martín Santos Yubero (1948) - gestiona.comunidad.madrid
Fachada del Café Lepanto.

Con la llegada del Lepanto volvió a cambiar el diseño de la fachada del número 22 de la calle de Alcalá. Los mármoles y farolas del antiguo Maison Dorée fueron sustituidos por un frente de ladrillo visto, que rodeaba a un gran y único ventanal acristalado para facilitar la entrada de luz de la calle y a una puerta de acceso con dos hojas enmarcada en granito. Sobre el arco de medio punto de su dintel se había colocado, a modo de lema heráldico, el nombre del café.

Paredes pintadas en color claro, mesas cubiertas de mármol blanco y sillas de madera, tipo Thonet, acompañaban a los clásicos divanes que bordeaban el local. En las paredes algún cuadro y dispersos adornos sobre ménsulas que, tal vez, sobrevivieron a las continuas reformas que había sufrido este café. Parece que el objeto más curioso de su decoración era la figura de un barco en escayola, situado tras el mostrador, en alusión a la batalla naval que daba nombre al negocio.

El Café Lepanto continuaba siendo lugar de tertulias, igual que siempre lo fue su antecesor. Allí se reunían los poetas de la posguerra en una de las más concurridas reuniones que se recuerdan, con más de cuarenta componentes. Entre ellos se contaban muchos miembros de la denominada “Juventud Creadora”, que después pasarían a establecerse en el Café Gijón de la calle de Recoletos.


Fotografía de Martín Santos Yubero (1948) - gestiona.comunidad.madrid
"Se venden los enseres de este café"

La vida del Café de Lepanto, a pesar de su animación, sería bastante efímera. Seis años después de su inauguración cerró sus puertas. 


Fotografía de M.R.Giménez (2024)
Edificio de la calle de Alcalá, en la actualidad.

Una entidad bancaria había pagado el traspaso de casi dos millones de pesetas para instalarse en el local y en el entresuelo del edificio.


Fuentes:

gestiona.comunidad.madrid

hemerotecadigital.bne.es

prensahistorica.mcu.es

El tiempo amarillo: Memorias (1921-1997). Fernando Fernán-Gómez.


Agradecimientos por su colaboración a:

@PennyPol

@Latinapaterson



Comentarios

  1. Me gustaba más con la decoración modernista original. La de su etapa de Lepanto es muy sosa y un tanto ñoña.

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    1. Desde luego que sí, Conde. No tiene comparación la primera decoración con las posteriores. Lo malo es que se perdió para siempre.
      Gracias por tu comentario y un rico café para ti.

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