LOS MOSTENSES.

Sabemos que Mostenses viene de Premostratenses (Premonstratenses), congregación religiosa fundada en el siglo XII. Esta orden daría nombre a la plaza de curiosa historia que se encuentra en el centro de Madrid y cuya estructura mucho fue modificada a lo largo del tiempo. De plazuela a plaza, desde la segunda década del siglo XIX, en su interior siempre tuvo mercado.

Desde el siglo XVII hubo en este espacio un edificio que albergaba a las monjas del beaterio de Santa Catalina de Sena, que en el año 1611 se reconvertiría en el premostratense convento de San Norberto. Su iglesia, en muy malas condiciones, fue reedificada por el arquitecto Ventura Rodríguez y se mantendría en pie hasta 1811, año en que también desaparecería el convento.

 

Plano de Madrid (1656) de Pedro Texeira. Señalado el convento de los Premostratenses con la primera iglesia de San Norberto en construcción.


En aquel tiempo, cualquier pequeña encrucijada era buena para montar cajones con el fin de vender los productos, a falta de un mercado de abastos. La suciedad de los residuos y los malos olores originaban las protestas de quienes vivían en los aledaños de plazuelas como la del Gato (entre las calles de Amaniel, Noviciado, travesía del Conde Duque y Ponciano) o en la plaza de Santo Domingo. A principios de los años treinta del siglo XIX ya existían propuestas para unificar en un mercado la venta de todas las mercancías. El entonces corregidor, Joaquín Vizcaíno -marqués viudo de Pontejos-, dispuso el solar de los Mostenses para tal fin, agrupando así a todos los vendedores esparcidos por las plazuelas de sus alrededores.

El incremento de la población madrileña y la necesidad de contar con un edificio higiénico y organizado, para la instalación de estos comercios situados en la plaza de los Mostenses, no llegaría hasta el año 1875, cuando se inauguró el nuevo mercado proyectado por arquitecto Mariano Calvo Pereira.

 

Fuente: memoriademadrid (1925). Primer edificio del mercado de la plaza de los Mostenses.

Con forma rectangular, el edificio ocupaba un área de 3.760 metros cuadrados. El hierro de su estructura había sido encargado a la prestigiosa firma británica Andrew Handyside y Compañía. Noventa y seis columnas, de tres metros y medio de altura, sujetaban el techo con cubiertas en palastro acanalado y cristal, que dejaba penetrar la luz natural. Su distribución en dos plantas más un sótano con pavimento y ventilación, ordenaba adecuadamente los puestos y facilitaba el reparto de mercancías y compras.

El mercado de hierro de los Mostenses sucumbió bajo la piqueta en el año 1930. Su ubicación topó, en una de sus esquinas, con la construcción de la nueva avenida de Eduardo Dato, tercer y último tramo de la Gran Vía. El replanteo de la zona se llevaría por delante también las calles de San Cipriano, Rosal, Santa Margarita o la travesía del Conservatorio.

 

Fuente: memoriademadrid.es (1929). Fotografía de Eduardo Contreras. Ubicación del antiguo mercado de los Mostenses, cuya esquina sobresalía de la alineación de la nueva Gran Vía.

 

Un nuevo proyecto traería a la remodelada plaza de los Mostenses un moderno mercado de abastos, esta vez diseñado por el arquitecto Carlos de Miguel. Fue inaugurado oficialmente el día 29 de diciembre de 1945 y llamado en inicio Mercado de Santo Domingo, aunque el vecindario nunca lo nombró con ese apelativo.

 

Fuente: coam.es (1946). El nuevo mercado de los Mostenses con sus fachadas principal (izd.) y lateral.

La fachada principal del edificio se sitúa en la calle de Ricardo León, paralela a la Gran Vía, y está remata a los lados por dos torreones con entradas secundarias. La puerta principal da acceso a un patio central rectangular, destinado en inicio a instalar puestos para la venta de flores, que se encuentra rodeado por las dos plantas del mercado propiamente dicho. El desnivel del terreno propicia que la mitad del edificio albergue una planta subterránea que se destina a las cámaras frigoríficas, servicios y almacenes.

 

Fuente: coam.es (1946). Patio central del mercado, con puestos para la venta de flores.

En el lado opuesto del edificio, ya en la plaza de los Mostenses y con fachada trapezoidal, se sitúa otra entrada sobre la que se elevan los cuatro pisos de un cuerpo central, destinado a oficinas. 

 

Fotografía: M.R.Giménez (2011). Fachada posterior del mercado de los Mostenses.

Los puestos destinados a carnes y pescados se ubican en la planta baja del mercado, distribuidos los primeros en los laterales y las pescaderías en la zona central, con mostradores inclinados para una mejor exposición del género. En el piso superior se disponen las tiendas para la compra de frutas, verduras y aves.

 

Fotografía: M.R.Giménez (2011). Uno de los puestos de fruta y verdura que mantuvo su diseño y color verde original.

Mucho ha cambiado la clientela de este mercado a lo largo de sus ya cumplidos 75 años de antigüedad. Nuevas mercancías llegan a sus tiendas para hacer frente a la demanda de una clientela que ya es de todos los países y ha traído consigo ricas elaboraciones gastronómicas, que se desconocían por completo cuando este mercado se inauguró.

 

 

Fuentes: 

abc.es

coam.es

hemerotecadigital.bne.es

memoriademadrid.es

prensahistorica.mcu.es


Comentarios

  1. Cómo me habría gustado conocer el primer mercado. Debió de ser algo grandioso para la época. Pero pensar que su demolición favoreció la consecución del tercer tramo de la Gran Vía, es un punto para el mercado de los Mostenses.

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    1. Sí, Carmina. A decir de muchos, fue una tropelía derruir el primer mercado de los Mostenses. Era un edificio singular y bien construido que, con un pequeño replanteamiento del tercer tramo de la Gran Vía, podía haberse salvado.
      Era semejante, aunque de menor extensión, que el antiguo mercado de la Cebada, que tampoco sobrevivió.
      Muchas gracias por tu comentario.
      Un saludo afectuoso.

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  2. El mercado decimonónico era mucho más bonito y elegante que el actual. Además, por lo que se ve en la foto era muchísimo más grande. Una lástima su destrucción, como en caso del de la Cebada.

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    1. Completamente de acuerdo contigo, Conde. El mercado de hierro era mucho más bonito, una obra de ingeniería que bien podía haberse respetado. Su superficie parece que tenía 1500 m2. más que el actual mercado de los Mostenses, pero estaba situado en un "lugar equivocado" para los planes de la nueva Gran Vía.
      Un saludo y gracias por tu comentario.

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  3. Me da mucha pena, francamente, lo sumamente bonitos que eran, la de maravillas que hemos perdido en Madrid.

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  4. El centro de Madrid ha perdido muchas cosas en pos de una mal entendida "modernidad". Otras ciudades supieron mantener su historia, pero no fue el caso de Madrid durante varias décadas tras la Guerra Civil.
    Gracias por tu comentario, María Carmen.
    Un saludo.

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  5. Bejo mi punto de vista y consultando planos y fotos antiguas, el antiguo Mercado hubiera podido convivir con la Gran Via porque la esquina no llegaba a la nueva calle, ni siquiera a la acera. Lo que impedía el mercado era la construccion de varios bloques de casas porque ocupaba un solar muy goloso. Hubiera sido estupendo que se conservara y quedase junto a la Gran Via, con jardines alrededor. Como el actual Mercado de San Miguel pero mucho mas grande. Como el Palacio de Cristal del Retiro. Sin embargo, a medida que el siglo XX avanzaba, las construcciones de hierro y cristal que ahora nos encantan, cada vez estaban menos valoradas. Solo hay que ver como se demolió el Mercado de la Cebada en vez de restaurarlo. O el templete de música del parque del Oeste, situado donde ahora arranca el funicular.

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    1. Completamente de acuerdo. El mercado pudo salvarse, pero la especulación y los terrenos ya vendidos del tercer tramo de la nueva Gran Vía, dieron la puntilla a este fantástico edificio.
      Muchas fueron las protestas por su demolición, pero no sirvió de nada.
      Te invitamos a conocer y suscribirte a nuestro canal de vídeos sobre la historia de Madrid, en esta dirección:

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      Sin duda te gustará.
      Gracias por tu comentario.

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