CAFES DE LA CALLE DE SAN BERNARDO Y “DOÑA MANOLITA”.
La calle de los Convalecientes de San Bernardo, como la nombra Teixeira (1656); calle Ancha de San Bernardo, llamada posteriormente así y hasta 1865 o calle de San Bernardo, como se la denomina hoy, además de ver como se acortaba su nombre durante cuatro siglos, al ritmo de la construcción de sus muchos palacios, también tuvo célebres cafés.
Aún quedan en el barrio vecinos muy mayores que la conocen simplemente como la “calle Ancha” por haber sido, antes de la construcción de la cercana Gran Vía, la más importante tanto en amplitud como en comercios, de este distrito del centro de Madrid.
Dejando a un lado la Universidad Central de Madrid, instalada allí desde el año 1836 y que tantas librerías aportó a la zona, hoy prácticamente desaparecidas, nos centraremos en los cafés que fueron apareciendo en el tramo comprendido entre la travesía de la Cruz Verde y la calle de la Flor Alta.
Café de Prada. Hacia el último cuarto del siglo XIX este café se encontraba en la calle de San Bernardo, número 50 (antiguo) junto a una pequeña fuente que abastecía de agua a los vecinos de esa zona y que tenía el surtidor en la llamada travesía de la Cruz Verde. Hoy son otros edificios los que configuran esta travesía y ya no existe la fuente, que debió desaparecer con las nuevas edificaciones de la pequeña calle durante los años 60.
Travesía de la Cruz Verde, en la actualidad, con la calle de San Bernardo al fondo. Aquí estuvo la fuente y el Café de Prada.
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El café de Prada tenía fama porque cada noche La banda del regimiento de Zaragoza ofrecía un concierto. Deleitaba tanto al entregado auditorio que, tras la interpretación del día 22 de abril de 1895, le fue entregada por el jubiloso público allí presente “una elegante batuta” al Sr. Martínez, músico mayor de la banda, al haber bordado la ejecución de la jota “La Dolores” del Maestro Bretón.
Este café fue escogido también por el Comité Federal Republicano del distrito de la Universidad, para conmemorar el aniversario de la primera República el 11 de febrero de 1900; anuncio que publica la prensa del momento para avisar a todos los afiliados y simpatizantes.
Este café fue escogido también por el Comité Federal Republicano del distrito de la Universidad, para conmemorar el aniversario de la primera República el 11 de febrero de 1900; anuncio que publica la prensa del momento para avisar a todos los afiliados y simpatizantes.
Algún
tiempo después el café de Prada comenzó su declive y así en 1902 su
fama de reunir a rateros y gentes “de mal vivir” entre su parroquia, era
muy célebre en Madrid.
Los señores Gabela “acreditados reposteros” se hacen cargo del nuevo café que sustituye al de Prada y que titulan Café Mercantil, en 1908. Sus conciertos, con una banda compuesta por 22 músicos, eran anunciados por la prensa y bien acogidos por el público asistente cada noche. Precisamente el domingo 10 de noviembre de 1912 uno de sus clientes fue Manuel Pardiñas, que tres días más tarde asesinaría a Canalejas frente a la librería San Martín, en la Puerta del Sol. En la segunda década del siglo XX, el café Mercantil ya había sido convertido en un “tupi” o moderno local de pequeñas mesas, en el que la rapidez imperaba, donde se tomaba el café con prisa y, según Gómez de la Serna, era lugar que “despacha y despide”.
En la acera de los impares y haciendo esquina con la calle de Antonio Grilo (antes de las Beatas) estuvo hacia 1875 el Café de las Colonias, que luego pasó a llamarse Café de Peláez donde en febrero del año 1906 y bajo el título de “Gente sospechosa” el ABC informa que “la policía había sorprendido a ocho sujetos sospechosos que estaban jugando al julepe.
Los señores Gabela “acreditados reposteros” se hacen cargo del nuevo café que sustituye al de Prada y que titulan Café Mercantil, en 1908. Sus conciertos, con una banda compuesta por 22 músicos, eran anunciados por la prensa y bien acogidos por el público asistente cada noche. Precisamente el domingo 10 de noviembre de 1912 uno de sus clientes fue Manuel Pardiñas, que tres días más tarde asesinaría a Canalejas frente a la librería San Martín, en la Puerta del Sol. En la segunda década del siglo XX, el café Mercantil ya había sido convertido en un “tupi” o moderno local de pequeñas mesas, en el que la rapidez imperaba, donde se tomaba el café con prisa y, según Gómez de la Serna, era lugar que “despacha y despide”.
En la acera de los impares y haciendo esquina con la calle de Antonio Grilo (antes de las Beatas) estuvo hacia 1875 el Café de las Colonias, que luego pasó a llamarse Café de Peláez donde en febrero del año 1906 y bajo el título de “Gente sospechosa” el ABC informa que “la policía había sorprendido a ocho sujetos sospechosos que estaban jugando al julepe.
En su poder se encontraron enormes facas”.
San Bernardo esquina a Antonio Grilo. Aquí estuvo primero el café de las Colonias, luego el café de Peláez y más tarde el café de San Bernardo.
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Este café estaba en la esquina del edificio donde vivió la escritora Emilia Pardo Bazán, entre los años 1890 y 1915, que entonces era el número 37 de la calle de San Bernardo y hoy es el número 35.
Bajo el nombre de Nuevo Café de San Bernardo, José Gándaras (a la sazón propietario de una famosa carnicería en la antigua calle de Jacometrezo) abre este nuevo local en el año 1907. Reforma los viejos billares del antiguo café de Peláez, cambia los vetustos muebles por otros más elegantes y dota al nuevo negocio de instalación eléctrica, ofreciendo sesiones musicales de violín, piano y ”fonógrafo”. El café de San Bernardo además se convierte en restaurante a la carta, siendo muy aclamados sus “bistecks”.
Tras cerrar el café de San Bernardo, el local fue convertido en una entidad bancaria. En la actualidad acoge a la famosa librería “Fuentetaja” (por el momento cerrada por un inventario ya demasiado largo).
Dos últimas sorpresas nos reserva aún la calle de San Bernardo, ambas juntas, en el antiguo número 18 (hoy número 8), junto a la Gran Vía.
Doña Manolita de Pablo (1879-1951), la famosa lotera de la Administración 5 (hoy administración 67, trasladada recientemente a la calle del Carmen), tuvo en la calle Ancha de San Bernardo su primer despacho de loterías.
Foto: Granviacociditomadrileño. |
Doña Manolita en la puerta de la administración nº 5, calle de San Bernardo, 18 (1926).
Foto: M.R. Giménez (2008). |
Calle de San Bernardo, número 8, en la actualidad. Aquí estuvo la lotería de "Doña Manolita".
“Doña Manolita” comenzó a vender lotería, con gran fortuna, en el número 18 (hoy número 8) de la calle de San Bernardo, en el año 1904. Su marido, Manuel del Pino, también tuvo otro despacho en la calle de Alcalá, número 43 (hoy número 39) que aún conserva el 25 como número de la administración.
Foto: M.R. Giménez (2008). |
Este fue el despacho de loterías del marido de Doña Manolita, en la calle de Alcalá. Foto actual.
La fama de los premios en la lotería de Doña Manolita llega hasta hoy, a pesar de haber cambiado la ubicación del negocio en tres ocasiones. En el año 1931 abandona la administración de San Bernardo y se instala en la avenida de Pi y Margall, número 9 (actual Gran Vía, 31). Hoy la calle del Carmen, número 22 acoge la nueva sede de la popular marca expendedora de loterías.
Junto a lo que fue Doña Manolita estuvo el Café de la Gran Vía.
Foto: M.R. Giménez (2008) |
Lugar donde estuvo el Café de la Gran Vía (luego Café de la Reina Victoria) en la esquina de la calle de San Bernardo y la de Flor Alta.
El café de la Gran Vía se instaló en la calle de San Bernardo, 18 (actual número 8) y hacía esquina con la calle de la Flor Alta. Era un café en el que se daban comidas, tenía dos puertas, grandes billares “bien ventilados” y un precio de 0,75 pesetas la hora de juego.
Este café fue objeto de una sonada protesta el 12 de junio de 1904, cuando a primera hora de la tarde 140 trabajadores pertenecientes a la Agrupación Obrera de Camareros se introdujeron ordenadamente en el café y durante siete horas ocuparon todas las mesas, sin pedir consumición alguna. Reivindicaban la readmisión de dos camareros del local despedidos por el dueño, quien se negaba a recibir a la comisión que fue a negociar con él y tampoco contrataba a quienes pertenecieran a dicha sociedad gremial.
A finales de la segunda década del siglo XX, este café cambió de título y pasó a llamarse Café de la Reina Victoria, que en los años 30 ya había desaparecido, también. En la actualidad su local está ocupado por una oficina bancaria.
Este café fue objeto de una sonada protesta el 12 de junio de 1904, cuando a primera hora de la tarde 140 trabajadores pertenecientes a la Agrupación Obrera de Camareros se introdujeron ordenadamente en el café y durante siete horas ocuparon todas las mesas, sin pedir consumición alguna. Reivindicaban la readmisión de dos camareros del local despedidos por el dueño, quien se negaba a recibir a la comisión que fue a negociar con él y tampoco contrataba a quienes pertenecieran a dicha sociedad gremial.
A finales de la segunda década del siglo XX, este café cambió de título y pasó a llamarse Café de la Reina Victoria, que en los años 30 ya había desaparecido, también. En la actualidad su local está ocupado por una oficina bancaria.
Fuentes:
Hemeroteca B.N.E.
Hemeroteca ABC
“Pombo” Ramón Gómez de la Serna.
Esta muy bien el blog, no lo conocia hasta ahora, me pasaré más a menudo a leerlo. Aprovecho para felicitarte el 2012, un saludo!!
ResponderEliminarHe llegado hasta aquí buscando información sobre un café o restaurante que tuvieron mis bisabuelos, que llegaron a Madrid desde Asturias. Eran la familia Asprón, pero mi madre me dice que le consta que el bar estaba en Gran Vía. Seguiré buscando. Muchas gracias!
ResponderEliminarEn este blog puedes encontrar una reseña sobre el Café Asprón en el artículo - http://antiguoscafesdemadrid.blogspot.com/2012/01/la-plaza-de-santo-domingo-tres-cafes-y.html -.
ResponderEliminarEstaba en la plaza de Santo Domingo, esquina con la calle de Preciados.
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Un saludo y gracias a ti.