MADAME PIMENTÓN.

La pequeña figura de Facunda Conde Martín era conocida por todos en aquel Madrid de principios del siglo XX. Cada día peinaba cuidadosamente su moño y adornaba las manos con numerosas sortijas de bisutería. Vestía siempre con un deslucido y rojizo abrigo de astracán que tuvo épocas mejores, paseando su dignidad, elocuencia y buena educación por las calles y los viejos cafés de entonces.

Antiguos Cafés de Madrid cuenta en este vídeo la historia de una mujer que no tuvo suerte durante su vida, a pesar de que su leyenda trascendería en el tiempo narrada en la obra de prestigiosos escritores como: Rubén Darío, Pío Baroja, María Teresa León o Camilo José Cela.



Había llegado a Madrid, procedente de Villalón de Campos (Valladolid), para cursar estudios de música en el Conservatorio donde fue galardonada con el primer premio de piano, mostrando después por Europa sus dotes artísticas como cantante de ópera.

Un cúmulo de circunstancias adversas habría propiciado que la artista se convirtiera en uno de los personajes de Madrid más singulares y extravagantes, protagonizando numerosas noticias en la prensa y pasando a ser conocida con el remoquete de Madame Pimentón.

El relato de su vida, que aquí contamos, es un homenaje a todos aquellos que no pudieron conseguir los sueños que se propusieron; a quienes mantuvieron su honestidad a pesar de que las condiciones desfavorables les hicieron perder el respeto que todas las personas merecen. El tiempo suele poner las cosas en su lugar.



Comentarios

  1. Muy parecido al de las hermanas de Santiago de Compostela. Sin respeto, no valemos nada.

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    1. Quisimos hacer un homenaje a todas las personas que han perdido el respeto de quienes les rodean, pero que no carecen de dignidad.
      Efectivamente, también Maruxa y Coralia fueron dos mujeres con dura vida y despreciadas por su entorno.
      La pregunta es ¿Al final quién ganó?. La historia pone a cada cual en su lugar, la mayoría de las veces.
      Gracias por tu comentario, Carmina. Un saludo afectuoso.

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