EL EDIFICIO DE LA GRAN VÍA, NÚMERO 3 DE MADRID Y SU CAFÉ.

Hubo una vez en la Gran Vía un armonioso edificio, propiedad de la mutua “Los Previsores del Porvenir” y proyectado por los arquitectos Javier y Luis Ferrero Tomás. 

El inmueble pasó a la historia con el infamante honor de haber sido el primero en desaparecer de la Gran Vía de Madrid, sin haber cumplido los cincuenta años de existencia.

Fuente: Nicolas1056 (1918)
Casa de los Previsores del Porvenir en lo que hoy es Gran Vía, nº 3.

La Casa de los Previsores del Porvenir se levantaría desde el año 1917 en la tercera parcela del primer trozo de la Avenida “A”, o sea la primera manzana a la izquierda, entrando por la calle de Alcalá, que después quedó con el nombre de Gran Vía o avenida del Conde de Peñalver, número 22 (hoy Gran Vía, nº 3). 

En el solar de 354 m2. comunicado con la calle del Caballero de Gracia, se elevó este edificio cuya altura sobresalía ligeramente de la de sus vecinos, aunque estética y convenientemente integrado, ofreciendo en su fachada una mezcla entre representativa e industrial con cuatro alturas aparentes que disimulaban seis reales. El frontis, realizado en piedra, tenía un gusto barroco en sus dos primeras plantas siendo más sobrio en el resto y quedó rematado por el templete de su reloj, que a los lados tenía las efigies del Trabajo y del Ahorro.

El interior fue diseñado para alojar las oficinas de la compañía separando los espacios con mamparas de madera y vidrio que no llegaban al techo, permitiendo así el aprovechamiento de la luz y una conveniente ventilación. Fue dotado con inodoros y lavabos para ambos sexos con ventanas a un patio interior sin cubrir, luz eléctrica y calefacción por sistema de agua caliente, con un depósito de expansión instalado en la parte alta del edificio. En su centro había un hermoso patio cubierto por cristales. 

La pavimentación del suelo se había realizado en mármol, loseta hidráulica y tarima, según la utilización de las diferentes estancias. Completaba la decoración una escalera de mármol con barandilla de hierro y un ascensor eléctrico instalado en su hueco.

En el año 1917 la compañía inauguraría el inmueble arrendando de inmediato los dos locales situados a pie de calle. Una empresa de automóviles ligeros y de camiones, propiedad de Antonio Jaén, se instalaría en uno de ellos mientras en el otro el Café de S. Paulo (Brasil) llegó dispuesto a enseñar a los madrileños como hacer un buen café.

Fuente: B.N.E. (1918).
Café de S. Paulo (Brasil).

Este elegantísimo establecimiento se montó gracias al patrocinio del gobierno del Estado Federal de Sao Paulo de Brasil con la finalidad de publicitar el producto, también realizaba degustaciones y era punto de venta. El público puede probar la infusión antes de comprar café en grano o molido, enseñando incluso a prepararlo por el procedimiento brasileño, que es el mejor y más económico.

Fuente: B.N.E. (1917)
Anuncio con precios de una taza y un kilo de café.

La instalación del café de S. Paulo fue realizada por la casa Algueró e Hijo, de la calle de Maldonado, que dividió el local en dos secciones para el público: un despacho de café y el salón para degustaciones. El recinto estaba dotado también de almacén y tenía su propio tostadero con todos los adelantos modernos.

Fuente: B.N.E. (1918)
Sala de degustación del café.

En los años finales de la década de los veinte del siglo pasado, la empresa de automóviles y el café de S. Paulo trasladaron sus negocios a otros locales de Madrid y sus huecos serían aprovechados por las oficinas de los propietarios del edificio.

Fuente: Memoriademadrid.es (1934).
Los locales de la planta baja ya estaban ocupados por las oficinas de Los Previsores del Porvenir.

La Mutualidad de los Previsores del Porvenir funcionó hasta el año 1957, pasando a convertirse en Previsores Reunidos S.A. manteniendo el mismo domicilio social de la Gran Vía, número 3. En los primeros años de la década de los sesenta del siglo XX, el inmueble pasaría a ser la sede del banco Continental y aquí comenzaría su ruina.

Fuente: ABC (1965).
El edificio había cambiado ya su fisonomía y la Gran Vía se denominaba oficialmente av. de José Antonio.

Salvo excepciones, relativamente alejadas en el tiempo y desde luego no actuales, la ciudad de Madrid ha caído en manos de alcaldes ignorantes, catetos y especuladores (la lista de adjetivos podría ser eterna) que jamás han sabido ni querido conservar la historia de esta ciudad. Su afán por la destrucción del patrimonio en pos de una renovación a la que ellos llamaban y llaman modernidad, con la que los madrileños casi nunca estuvimos de acuerdo, no esconde más que lucrativos negocios para unos pocos además de enmascarar un empeño codicioso en la pérdida de memoria histórica de Madrid, ellos sabrán por qué.

Tal es el caso de José Mª de la Blanca Finat Escrivá de Romaní, más conocido como el conde de Mayalde, que los madrileños tuvimos que sufrir como alcalde entre los años 1952 y 1965. Este destacado represor de la dictadura franquista, entre otras cosas, no puso ninguna objeción a la hora de eliminar de la Gran Vía el magnífico edificio del que hoy hablamos aquí. De esta manera, en el año 1962 comenzó la demolición de su fachada e interior, convirtiendo el inmueble en una ridícula edificación que si hoy no pasa desapercibida será únicamente por romper la armonía de su entorno. 

Fotografía: M.R.Giménez (2013)
Este es el edificio actual de la Gran Vía, nº 3.

La actual edificación de la Gran Vía, número 3 se debe al arquitecto José Manuel Marañón Richi, quien únicamente dejó esta construcción en Madrid. 




Fuentes:

Hemeroteca B.N.E.
Hemeroteca del ABC.
Memoriademadrid.es
Revista “La construcción moderna”.
Nicolas1056
Es.wikipedia.org
Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid.

Comentarios

  1. Realmente fue un atentado lo que se hizo en los años 60 con la arquitectura de las ciudades. No solo ocurrió en Madrid también en las provincias se destruyeron edificios hermosos y emblemáticos. Es bueno que nos lo recordéis.

    Saludos

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  2. Así fue. La especulación es tan antigua y miserable como una maldita gripe. Muchas gracias por tu comentario.
    Un saludo afectuoso.

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  3. Gracias, Charo, no conocía la foto. Realmente fue un atentado contra la ciudad. Este edificio nuevo haría mejor papel en un barrio moderno que no rompiendo la armonía de una calle única.

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  4. Sí, Carlos. Parece que, de seguir por este camino, la Gran Vía será otra dentro de algunas décadas. Un beso y gracias.

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  5. Hola! formo parte de un grupo de estudiantes de audiovisuales que estamos grabando un documental sobre la historia de gran vía y nos gustaría contar con alguien que supiese del tema para realizar una entrevista o una intervención en este.
    Si estás interesado, envíame un correo a lauraalonso1002@gmail.com , muchas gracias!

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