"MADAME PIMENTÓN", UN PERSONAJE QUE SÍ ENCONTRÓ AUTOR.

En Madrid siempre hubo mendigos, los hay y los habrá. Esta ciudad dura y acogedora, donde todo puede pasar, atrajo y atrae los sueños de aquellos a los que no se les permite anhelar la fantasía de un mundo mejor en sus lugares de origen. Unos triunfaron, pero otros quedaron expuestos al rigor con que se miden las quimeras.

FACUNDA CONDE MARTÍN.


Tras obtener el primer premio de piano en el Conservatorio de Madrid Yucunda, nombre artístico que le había escogido un novio de juventud, viajó por Europa cantando ópera hasta que su voz se perdió por una enfermedad que “no sé cómo se llama”. 

Había nacido en Villalón de Campos (Valladolid) en el año 1864 y relataba su historia a todo aquel que la quisiera escuchar. “El aguardiente hay que beberlo en la intimidad de la amistad. Yo lo bebo para aclarar la voz”, aunque la realidad era bien distinta. 

Tras un matrimonio fallido y desgraciado “Doña Gundi”, nombre por el que era conocida entre los vecinos, tuvo que buscarse la vida tocando el piano y cantando zarzuela en los cafés de Madrid. Su aspecto no tuvo más desaliño que el propio de una mujer que vivía de lo que le daban por sus pequeños recitales; peinaba con cuidado su moño de largo pelo, adornaba sus dedos con multitud de anillos de bisutería y vestía su pequeño y achaparrado cuerpo con un abrigo de astracán, tal vez residuo de lo que un día fue esplendor. 

La afición a la bebida hizo de su voz un amasijo de gorgoritos incomprensibles para los vanidosos que acudían a los cafés de entonces y Yucunda fue obligada, primero, a buscar auditorio entre el público de los cafés de barrio y poco tiempo después a cantar por sus terrazas y en las calles de Madrid. Se convirtió así en un personaje de sí misma que bajo el remoquete de “Madame Pimentón”, pasó a la historia.




Madrid era a principios del siglo XX una ciudad pequeña en la que todos sabían quién era el otro. Los mendigos tenían nombre, eran reconocidos y sus peripecias se relataban en los periódicos junto a los acontecimientos políticos y a los nombres de los gerifaltes del momento. Y “Madame Pimentón” se hizo famosa como personaje marginal, pero también por su dignidad y buena educación, por la generosidad al compartir lo poco que tenía y por el aguardiente. “Los escándalos que protagonizaba por las calles solían terminar en la comisaría, pero tenían su origen en la protesta por las burlas que se hacían sobre ella.”

En el mes de junio de 1910 un nutrido grupo de periodistas, escritores y dibujantes entre los que se encontraban: José López Silva, Luis Gabaldón, Juan Pérez Zúñiga, José Jackson Veyán y Luis de Tapia decidieron organizar un banquete homenaje, de los que estaban tan de moda entonces, a “Madame Pimentón”. 


                  


Con asistencia de “80 comensales, entre autores y compositores famosos, periodistas, intérpretes y otras muchas personas de la buena sociedad de Madrid” se celebró en el jardín del merendero de “Los Cipreses”, en la ribera del Manzanares, el insólito acto al que más de quinientas personas habían solicitado asistir sin conseguirlo. Allí recitó “Madame Pimentón” y cantó “La regadera” (canción de la revista “La alegre trompetería” de 1908).


Olga Ramos canta "La regadera" en  Las Vistillas (1989).


Todos los organizadores del evento dedicaron a Yucunda creaciones compuestas para la ocasión. José López Silva (uno de los autores de la letra de “La Revoltosa” de 1898) entonó estos versos en su honor:




Los homenajes prosiguieron y así, poco después del banquete en “Los Cipreses”, el día 8 de junio de 1910 se organizó una función benéfica en honor a Madame Pimentón en el “Royal Kursaal” –antes Salón Regio- que estaba situado en la plaza de San Marcial, número 6 (ahora plaza de España).


Con el aforo completo del local “la popularísima cantante callejera” se sentó al piano y ejecutó varias piezas con mucho talento. Luego “cantó con singular maestría y rara atinación”, la romanza “El Trovador” “que tuvo que repetir en medio de una enorme ovación”. La comisión organizadora le regaló un mantón, 50 pesetas y un enorme ramo de flores, que ella agradeció con estas palabras: “Público amado y señor: Estas flores que me han regalado, como premio a mi modesto trabajo, os las ofrezco; repartíroslas, que yo tengo un sumo placer en obsequiar a mi público”. El público respondió con una gran ovación “y en serio”. 

Tras haber pasado 25 años cantando en las calles de Madrid, Facunda Torres Martín “Madame Pimentón” fallecía el 6 de febrero de 1928, a los 64 años, en su casa de la calle de las Virtudes, número 10 (Chamberí). Todos los periódicos se hicieron eco de la noticia y, como suele pasar, quienes de ella hicieron en otro tiempo mofa, befa y escarnio, reconocieron entonces virtudes de la artista que en vida nunca quisieron confesar. Incluso Conchita Supervía, conocida cantante de ópera en ese momento, sufragó los gastos del entierro y compró una sepultura perpetua para Yucunda, en el cementerio de la Almudena. 

Madame Pimentón no sólo tuvo notoriedad en los periódicos de principios del siglo XX, sino también en las obras de importantes escritores que la conocieron en vida. 

María Teresa León (1903-1988), escribió un cuento llamado “Madame Pimentón” en 1944, basándose en el personaje. Así mismo aparece en “Memoria de la melancolía”. 

Rubén Darío, Pío Baroja (“Desde la última vuelta en el camino”), Camilo José Cela (“La colmena”), Ángel Torres del Álamo y Antonio Asenjo (autores de “El gusano de luz”), José Manzano y Pedro Baños (autores de “Películas madrileñas” 1908) y muchos otros creadores en sus novelas, obras de teatro y biografías citan o parodian al personaje de Madame Pimentón, que sí encontró autor




Fuentes:

“Crónica de Madrid” Diario 16.
Hemeroteca B.N.E.
“Memoria de la melancolía” María Teresa León.
“La Colmena” Camilo José Cela.




Comentarios

  1. Madrid lo tiene todo, hasta mendigos famosos. Me gusta.

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  2. Me gusta, no sólo por el recuerdo a un personaje olvidado aún habiendo formado parte del paisaje y paisanaje madrileño, sino que me divierte y encanta tu forma de escribir... tiene tanta frescura...

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  3. Nunca hay que olvidar la historia de Madrid y de quienes formaron parte de ella.
    Te agradezco muchísimo tu complaciente y precioso comentario.
    Salud.

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  4. Un fantástico texto; una curiosa historia; un poema a pie de calle. Me encanta edte conjunto y, de nuevo, felicidades por vuestro trabajo. Abrazos

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  5. Muchas gracias por tu comentario, Rosa.
    Facunda Conde fue una mujer que pudo llegar, pero se quedó en el camino. Su olvidada historia y su mala suerte llamó nuestra atención desde el principio.
    Un beso grande.

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