LA POSADA DE SAN PEDRO Y EL MESÓN DEL SEGOVIANO.

El siguiente reportaje ha sido realizado por Antonio Pasies Monfort, de tabernasantiguasmadrid y por María Rosario Giménez de antiguoscafesdemadrid.  
Aparece publicado simultáneamente en ambos blogs. 

La Cava Baja fue desde el S XVII una de las calles más animadas, trajineras y bullangueras de Madrid. Hasta hace poco se podían encontrar en ella muchos comercios artesanales cuya antigüedad se remontaba, en muchos casos, al S.XVIII.

Esparterías, cordelerías, toneleros, albarderos, fábrica de cedazos y tiendas de garrotes y cencerros compartían espacio con la numerosas posadas, mesones, bodegones, figones y tabernas que llenaban la calle.


Fuente: Urbancidades.wordpress.com (1934)
Cava Baja.

A finales del S XIX Hilario Peñasco y Carlos Cambronero apuntaban que: 

“Dan vida y animación a la calle las galeras, correos y carricoches de esta provincia, el sinnúmero de caballerías que constantemente entran y salen de las posadas, ya portando géneros de comercio, ya sirviendo de medios de locomoción al labrador que en sosegado macho hace su entrada en la corte, llevando en la grupa a la esposa o a la hermana.”


Unos años más tarde, ya en el S XX, Pedro de Répide nos describe las tabernas y el ambiente de esta calle tan vital y bulliciosa.

“Las tabernas, más a la manera de las legendarias, permanecen en esta Cava con sus cortinillas rojas, sus azulejos con grecas y floripondios azules, o a veces con alegorías de vituallas, y los escaparates en que se ostentan las cazuelas de callos hechos una masa espesa y visible, y los platos con tajadas de abadejo o truchuela”.

A mediados del siglo pasado Antonio Velasco Zazo ve como “Van y vienen los trajinantes llevando de los cabestros las acémilas y jumentos cargados de cestas y talegos. Pone la recua una nota pintoresca en las calles angostas y legendarias que conducen a la Cava.
Invaden estas calles los aldeanos cargados con alforjas y sacos, los carromatos atestados de fardos”.

Muchas eran las posadas sitas en torno al actual número 35 (hoy Casa Lucio) y anterior nº 41 de la Cava Baja, desde finales del siglo XVII: La de Mariana, la de Salcedo, la de San Luis y la de San Pedro. Allá se instaló un bodeguero llamado Juan Bardasco en 1879, que dos años después traspasaría su local a Domingo Parrondo, quien serviría vinos y comidas. En el año 1902 apareció en esta Cava un nuevo propietario llamado Santiago González Gómez que, con toda probabilidad, anexionaría a su negocio la pequeña taberna de Pilar Gómez, también allí ubicada.

Santiago González, más conocido como El Segoviano, había venido a Madrid desde su natal Castillejo de Mesleón (Segovia), tras pasar por las profesiones de pastor y panadero. Al llegar a la ciudad trabajó en varios oficios hasta que arrendó una taberna de la Cava Baja, en la esquina con Puerta Cerrada (hoy bar La Terraza) y posteriormente, al quedar libre la cocina del antes citado número 35 (antes nº 41) de esta calle, Santiago se haría con el local por 100 pesetas. En el año 1907 cogió en traspaso, por 500 pesetas, la posada de San Pedro. Además de estos negocios, El Segoviano fue también propietario de una tienda de ultramarinos, otra de compra-venta, varios locales y algunos pisos a lo largo de la Cava Baja.


Fuente: Nuevo Mundo (1932).
Santiago González frente al escaparate de "La reina de los lacones".

Un contemporáneo, Antonio Velasco Zazo, nos describe así al mesonero:

“El Segoviano resulta un hombre popular, simpático, regordete, bajito, corto de brazos, la cabeza monda, el color encendido, los ojos pequeños y avispados, la sonrisa franca, rasurado, calmoso y comedido en el hablar, diligente en el servicio y pródigo en el agasajo (…) en mangas de camisa, luciendo el típico delantal de peto verde con rayas negras”.

LA POSADA DE SAN PEDRO Y EL MESÓN DEL SEGOVIANO.

El actual número 30 de la Cava Baja albergó, desde los años cuarenta del siglo XVIII, una de las hospederías más conocidas de Madrid: la Posada de San Pedro, que con el tiempo pasaría a llamarse Mesón del Segoviano.

Ya en el siglo XVII tenemos registradas no menos de 30 posadas en la Cava Baja por lo que es muy posible que esta Posada de San Pedro anteriormente tuviera otro nombre, ya que las primeras referencias a este lugar encontradas en la prensa datan de año 1815. 


Fuente: Diariomadrid.net (1955)
Puerta de acceso a la que fue posada de la Cava Baja, nº 30.

La de San Pedro tenía su acceso principal por el entonces número 28 de la Cava Baja (hoy equivalente al nº 30) y un paso de carruajes con entrada por la trasera calle del Almendro, número 15.

Se trataba de una casa de corredor a la que se accedía, mediante un gran portón de dos hojas, a un zaguán de paredes encaladas y suelo empedrado que a su vez desembocaba en un gran patio central rodeado por balcones de madera. A la derecha del patio había un amplio comedor, cuyos techos y paredes estaban pintados al fresco, que tenía una viga central con una única lámpara de cuatro brazos, realizada por completo en madera maciza y con un peso de cuatro arrobas.

Fuente: Asislazcano.blogspot.com (Segunda mitad s. XX).
Aposento del mozo, en el patio de la posada.

La posada daba alojamiento a cuarenta y dos inquilinos; arrieros, botijeros extremeños y comerciantes que traían, e incluso vendían allí, sus mercancías a Madrid desde todos los puntos del país. El precio de las camas podía llegar a dos pesetas en los primeros años del siglo XX, importe que no estaba al alcance de los viajeros menos favorecidos, conocidos como saqueros, quienes por un real accedían a un saco de paja depositado en el suelo y dormían junto al lugar donde se guardaban los animales.

Muchos fueron los propietarios de la Posada de San Pedro a lo largo del tiempo. Sabemos que en los años 50 y 60 del siglo XIX el dueño de la posada era Cayetano Feito; pasó después a la familia Ríos y desde 1894 hasta que la arrendó Santiago González, el posadero era Laureano González.

Fuente: Urbancidades.wordpress.com (1920).
Santiago González "El Segoviano" con familiares y trabajadores de la posada.

En el año 1908 Santiago “El Segoviano” ya era el propietario de la Posada de San Pedro situada en la Cava Baja, número 28. 

De la Cava Baja salían de antiguo los carromatos y tartanas llamados “ordinario” con dirección a diversos municipios de las provincias de Madrid y Toledo, que más tarde fueron reemplazados por renqueantes automóviles de pasajeros. Cada “ordinario” llevaba adosado el nombre del municipio al que realizaba los viajes y en él se transportaban personas y mercancías. El trasiego de viajeros propició un importante negocio para las posadas establecidas en las Cavas Baja y Alta hasta la década de los años sesenta del siglo XX, momento en que este servicio dejó de funcionar en dicho emplazamiento.

Fuente: Viejo-madrid.es (1929).
Viajeros en la Cava Baja.

La fama de la Posada de San Pedro se extendería por todo Madrid, sobre todo, a partir del día 8 de junio de 1921 con el homenaje al escritor y periodista Francisco Grandmontagne Otaegui, del que toda la prensa dio noticia. La famosa artista Raquel Meller, los escritores Ramón Pérez de Ayala, Ramón Gómez de la Serna, José Augusto Trinidad Martínez Ruiz “Azorín”, el poeta Antonio Machado, la periodista Encarnación Mateos, entre otros muchos, organizaron este sonado banquete homenaje de cuyo recuerdo quedaría una placa conmemorativa en el comedor de la Posada de San Pedro, que pasaría a llamarse desde entonces Mesón del Segoviano.


Fuente: Urbancidades.wordpress.com (1953).
Portal de la Posada de San Pedro, ya renombrada como Mesón del Segoviano, en el nº 30 de la Cava Baja.

A partir de ese momento el Mesón del Segoviano fue otro de los lugares preferidos por escritores, pintores, actores, dibujantes, periodistas y asociaciones de diversa condición para agasajar a los famosos de la época. La fama del lugar convertiría la posada en una magnífica hospedería con gran cantidad de dormitorios ventilados, agua abundante y buenos lechos.

Fuente: B.N.E. (1935).
Santiago "El Segoviano" sirve vino durante una celebración.

El ya conocido como Mesón del Segoviano continuaba sirviendo las viandas en los utensilios de toda la vida. Las judías con chorizo, el cocido, las pepitorias y sopas de ajo, los asados de cordero y los flanes eran presentados a los clientes en platos cuencos y cazuelas de culo redondo, acompañadas de cubiertos de palo y vasos de cuerno también en los célebres banquetes, a los que asistía puntualmente el pintor Arturo Ortiz-Alguacil.

Fuente: Todocoleccion.net
Anuncio promocional del Mesón del Segoviano con una de las pinturas de Arturo Ortiz-Alguacil.

Arturo Ortiz-Alguacil era un pintor arbitrario y absurdo, y sin embargo de un raro interés turbador. Según contaba, a quien deseara escuchar, había viajado por todo el mundo, fue discípulo de Antonio Muñoz Degrain y llegó a estar pensionado en Roma. Pero todo debió torcerse en algún momento de su vida cuando hubo de aceptar la hospitalidad de Santiago “El Segoviano”, a cambio de su pintura, para poder sobrevivir.

Ortiz-Alguacil vivía gratis en el mesón desde 1921 y fue el pintor de sus paredes y techos con escenas de un realismo bárbaro donde se podían reconocer los rostros de los parroquianos, sus trajes y ademanes. En sus frescos dominaban los colores ocres, rojos y negros. “La Navidad en Segovia”, “La lujuria y la miseria”, “Un admirador inesperado” que reflejaba al asustado artista subido a un árbol mientras un toro contempla su cuadro, hecho real acaecido en Sevilla, fueron algunas de las obras con que este bohemio adornó posada y demás locales propiedad de El Segoviano. 

Una noche de marzo del año 1929, tras la celebración de uno de los banquetes de escritores y artistas, el pintor se sintió indispuesto y allí mismo falleció rodeado de sus amigos. Dejó inconclusa su obra titulada “La muerte del Buda” en uno de los últimos comedores del mesón.


Fuente: Todocoleccion.net
Publicidad del Mesón del Segoviano con otra de las pinturas de Arturo Ortiz-Alguacil.

En el año 1989 lo que fue la Posada de El Segoviano se vendió a la constructora “Desarrollo Agrario, Industrial y Urbano, SA” sociedad participada por la empresa PROCYRSA, propiedad del entonces concejal del Ayuntamiento de Madrid, Ramón Tamames Gómez. Tan solo un año después de la venta el inmueble fue rápidamente declarado en ruina y sus inquilinos desalojados con premura.

Así, el actual número 30 de la Cava Baja se convirtió en un solar donde la constructora propietaria se negaría a permitir las excavaciones arqueológicas que exige el Plan General de Urbanismo de Madrid para las zonas de máxima protección, como esta. La Comunidad Autónoma de Madrid amenazó entonces con la paralización de las obras para la nueva edificación y la constructora no tuvo más remedio que claudicar.

Las exploraciones arqueológicas sacaron a la luz varios silos, al parecer musulmanes, y un gran lienzo de 180 m2. de la muralla cristiana del siglo XI, que por la Cava Baja transcurría.

Fotografías: M.R.Giménez y Vicente Valdés (2015).
Fachada del actual nº 30 de la Cava Baja. En el interior del inmueble se conserva el lienzo de la muralla cristiana del s. XI.

Un nuevo edificio de viviendas fue levantado en el solar, dejando al descubierto el lienzo de muralla para su visita. 

MESÓN DEL SEGOVIANO (Actual CASA LUCIO).

La taberna que Santiago González puso en 1902 en el nº 41 (actual número 35) de la Cava fue evolucionando hasta convertirse en un mesón que, durante algunos años, era conocido como “La reina de los lacones”. Así lo comenta “El Imparcial” en 1930 cuando dice que, además de la Posada de San Pedro, tiene otra casa de comidas en el 41, que desde hace muchos años se la conoce como reina de lacones y sabrosos codillos a 65 céntimos.


Fuente: Revista Buen Humor (1931).
"La reina de los lacones"

En 1923 el mismo periódico nos habla de Santiago y del Mesón:

“El caprichoso comedor de la famosa casa reina de los lacones y cocidos que el Segoviano posee en el núm. 41 de dicha calle de donde puede decirse que es rey y señor, ya que así se pregona y lo viene demostrando en todas las verbenas del distrito, engalanando la calle sin reparar en gastos, hasta hacerla sobresalir sobre todas las demás donde pasamos un rato agradable contemplando las pinturas tan originales y cosas tan divertidas como éstas, alusivas desde luego a las figuras: 

«El que quiera un cocido de «el Segoviano» que madrugue, que yo ya le tengo en la mano». Más allá un maestro de escuela gime desesperado: “¡Con qué afán miro a los motilones al ver que comen cordero y lacón del célebre Segoviano»! ¡Yo, maestro de escuela, estoy desmayado!”.

Parece que el pillín de don Santiago no siempre ofrecía productos de la mejor calidad pues el diario “El Sol” del 16/7/1925 notifica que Santiago González, Cava Baja, 41, es multado con 250 pesetas por venta de carne en malas condiciones para el consumo.


Fuente: Todocoleccion.net
Antecocina y uno de los salones decorados con profusión por Arturo Ortiz-Alguacil.

El citado Velasco Zazo nos relata cómo eran los locales que Santiago González tenía en los números 28 (actual nº 30) y 41 (actual nº 35) de la Cava Baja:

“En los últimos años se ha puesto de moda el Mesón del Segoviano, en la Cava Baja, antes Posada de San Pedro, adornado con curiosas pinturas murales, lo mismo que los sótanos de la taberna frontera.

Los clientes recorren el laberinto de sus artísticos escondrijos y saboreando el lechón al horno, el cordero con patatas, la tortilla española, la sopa de ajo arriero y el vino rancio escanciado en jarritas talaveranas.

Desde el despacho de vinos –la clásica taberna- una escalerilla de caracol conduce a la cueva, convertida en una especie de laberinto.

Los comedores están en los sótanos de otro local frontero (…) que por la Cava Alta muestran sus fachadas posteriores. Se llega a estos subterráneos cruzando otra taberna de pobre aspecto.

Una serie de reducidos escondrijos, en cuyo fondo se ven sobre un gran tablero las hinchadas corambres; de tierra desigual el suelo; de pino la mesas pequeñitas, con velones apagados; bajas las sillas y harto estrechos los bancos; decoradas completamente las paredes con pintura llamativa, caricaturesca y alegórica; en este ambiente se sirven la sopa de ajo en cazuela y con cuchara de palo, los huevos fritos sobre grandes lonjas de jamón, el cordero, el cochinillo asado, la pepitoria, los bartolillos y el vino manchego en jarritas talaveranas”. 


Fuente: Todocoleccion.net
Jarra de cerámica talaverana del Mesón del Segoviano.

Cuando en 1942 muere Santiago el mesonero, su hija Petra se pone al frente de los negocios. El Mesón sigue funcionando con normalidad pero, poco a poco, va perdiendo esa clientela compuesta por lo más granado de Madrid y, hacia los años sesenta, sus comedores pasan a ser ocupados por extranjeros curiosos y jóvenes con sus tunas estudiantiles cantando “Clavelitos” acompañados por sus propias guitarras o por las que les prestaba el local.

Fuente: Periódico "Villa de Madrid"
Petra González en el año 1982.

Para animar los cantos se bebía un vinazo dulzón y cabezón acompañado por unas tortillas fácilmente superables. Ya en 1935 Emilio Carrere escribía:

Una jarra
pintada, de Talavera
-vino espeso y peleón-.
La guitarra,
errabunda y lastimera,
del mesón,
y una lágrima colgando
del bordón.

Fuente: ABC
Taberna del Mesón del Segoviano hacia 1970.

En 1945 entra como aprendiz en el mesón Lucio Blázquez; sólo tenía 12 años pero ya era muy espabilado y trabajador. Cuando doña Petra decide en 1974 dejar el local por jubilación, se lo cede a Lucio que ya se había independizado y abierto otro establecimiento en la misma calle.

Fuente: Urbancidades.wordpress.com (1960) y Enciclopedia de Madrid, editada por Espasa-Calpe (1977).
En la fotografía de la derecha se aprecia aún el rótulo de "Mesón del Segoviano" aunque el local ya era propiedad de Lucio.

Petra se mantuvo únicamente al frente de la Posada hasta su fallecimiento en 1987.

En el año 1974 y después de una reforma total, el Mesón del número 35 de la Cava Baja reabre conservando el nombre, pero unos años después pasa a llamarse “Casa Lucio” y a convertirse quizás en el más conocido restaurante de Madrid en donde un par de huevos te cuesta uno. Pero esa ya es otra historia.




Fuentes:

“Ruta emocional de Madrid “ Emilio Carrere.
“Fondas y Mesones” Antonio Velasco Zazo.
“Las calles de Madrid” Pedro de Répide.
“Las calles de Madrid” Hilario Peñasco y Carlos Cambronero.
“Centros y periferias en España y Austria: aspectos literarios y culturales” Carlos Buján López y María José Domínguez Vázquez.
“Historia y anécdotas de las fondas madrileñas” Peter Besas.
Hemeroteca de la B.N.E.
Hemeroteca ABC
Hemeroteca El País.
Madridhistorico.com
Es.wikipedia.org
Urbancidades.wordpress.com
Asislazcano.blogspot.com
Todocoleccion.net
Viejo-Madrid.es
Enciclopedia de Madrid. Espasa-Calpe.
Memoriademadrid.es

Comentarios

  1. Excelente reportaje, Charo. Saludos! Lástima que no se pudiera salvar el mesón del segoviano, un lugar con sabor.

    ResponderEliminar
  2. Gracias, Carlos. El reportaje fue elaborado por Antonio Pasies Monfort, (tabernasantiguasmadrid.blogspot.com.es) y por mi, tras laboriosas y divertidas investigaciones.
    ¿Cuántos vinos y tortillas de patata nos habremos tomado allí?
    Saludos.

    ResponderEliminar
  3. Estupendo e interesantísimo artículo. Soy profesora de literatura española en la universidad italiana y estoy estudiando una obra sobre España de Raffaele Calzini, un periodista del periódico La Stampa que en 1929 visitó España y publicó un libro titulado "Spagna" con la historia de su viaje. En su libro dedica unas líneas a la Posada de San Pedro. He aquí sus palabras:
    - Olé, Santiago!
    Santiago González detto "il segoviano" oste e cuciniere di un Mesón all'insegna di san pedro, in Calle Baja a Madrid, si risveglia e si presenta. E' piccolo, grasso, panciuto e sorridente; gli occhietti acuti e furbi, di faina, sfiorano appena il viso lucido e rubicondo. Ci saluta e ci gioda a una tavola.
    - Olé, Santiago! - chiama una voce di torero. si inchina e scompare verso un'altra camera della posada.
    Curiosa taverna della vecchia Madrid che ostenta sulla via una vetrinetta appetitosa e si compone di un dedalo di camarette fumigose illuminate ad olio, fino al sancta sanctorum, dove i macabri otri in pelle di capra coi moncherini tesi e i ventri panciuti trasudanti il vino danno alla cantina l'aspetto di uno scannatoio.
    Tutte le pareti di questi bassi stambugi sono allegramente e gagliardamente affrescate. Meraviglie di vivande, di botti, di fumanti fornelli circondate da grottesche figure e da ingenue iscrizioni inneggiano alla cucina e alla vigna del "segoviano".
    Ecco in una caricatura bizzarra e popolaresca turisti inglesi e frati cappuccini, e danzatrici gitane, convenuti per ogni via del mondo alla Posada di San Pedro; ecco pastori e contadini di Castiglia inebriati e pasciuti tra immagini di santi e vedute di cieli estivi.
    Questo ciclo bacchico è dovuto al pennello di Arturo Ortiz Alguacil. Pittore bevitore e pappatore miserabile, fu per anni ospite e convitato di Santiago González che se lo tenne caro ed onorato come Filippo III Velásquez e Carlo III il Tiepolo. Lavorava tra fermenti di generosi mosti e di forti caci e nelle ore piccole della notte sgusciava dalla porta e si aggirava come un lunatico per le contrade di una Madrid deserta e provinciale. La sua ispirazione maturava nei tepori dell'ebbrezza, germi di reminescenze goyesche e valdeslealdiane, spunti di scene popolari e contadinesche. Ne son nate le pitture delle corride umoristiche, delle fiabe bislacche dove pazzia e arte si accostano.
    Il "segoviano" cammina sotto le affrescate volte seguito da un manipolo di guatteri e criadas importate come il giambone serrano (maturato sotto la neve della Sierra) dai monti della Castiglia. Attento ai clienti e al servidorame il concittadino di Don Pablo farcisce la sua laboriosa esistenza con sonnellini rubacchiati tra una portata e l'altra, tra un conto e l'altro.
    Lo si ode russare pian piano appoggiato a una tavola o mummificato sopra un trono di otri.
    - Olé, Santiago!
    Già nel risveglio la sua bocca si atteggia al sorriso accogliente, il suo sgaurdo furbo alla compiacenza, la sua mano grassa al saluto.
    Da queste virtù e con queste grazie nasce l'interminabile pranzo che s'inizia con la sopa de ajo, raggiunge il sommo della parabola con l'arrosto di capretto servito nelle rustiche terrine di barro (creta) di Segovia, e si conclude con le fragole di Aranjuez servite a mezzanotte, mentre fuori, in Calle Baja, un cantore flamenco intona una copla andalusa.

    ResponderEliminar
  4. Iole, muchas gracias por tan interesante comentario. Me alegra que te haya gustado el artículo. Un gran saludo.

    ResponderEliminar
  5. Cierto que la numeración de las casas cambió, pero hay que tener en cuenta que no se trata de una finca urbana sino de dos: Una donde estuvo ubicada la posada; otra que fue Casa de Comidas, ambos negocios levado por Santiago González,'El Segoviano', luego por su hija Petra -habían muerto un hijo y otra hija-hasta que la ancianidad se lo impidió, limitándose hasta su muerte a atender la posada. El negocio de la Casa de Comidas es donde se generó el porvenir de Lucio, que nunca tuvo que ver en la posada.Ésta estuvo en el 28 de la cale, luego 30. Lo que pasó a ser 'Casa Lucio' es últimamente el número 35, o sea, la posada en los pares y el restaurante en los impares.
    En mi blog pasaré próximamente a ampliar datos y clarificar errores vertidos sobre el tema, pues tuve intereses comunes con Petra González Piquero y hubo amistad entre ambas familias. Fuimos también vecinos en la finca de la posada.
    Por si quiere contactar conmigo, he aquí mí correo electrónico: lopezperta2007@gmail.com
    Un saludo.

    ResponderEliminar
  6. Buen comentario, Manuel. Muchísimas gracias por los interesantes datos aportados.

    Me permito recomendarle la dirección de mi canal de vídeos "Antiguos Cafés de Madrid", seguro que le va a interesar:
    https://www.youtube.com/channel/UCCmQb2UTq-TNbf8Y8n7n6_w/videos

    Un saludo y estaremos en contacto.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Celebro su respuesta. Estoy muy atraído por su trabajo en la Red; ya lo comprobará al publicar en mi blog -Manuel López Peralta- mi artículo en torno al tema de su especialidad. Su blog es una fuente súper interesante en cuanto a su temática y con amplia base bibliográfica. Deseo que contactemos también por correo electrónico. | Me hallo a su disposición. Reciba un cordial saludo. MANUEL.

      Eliminar
  7. Gracias por el glog. Os quiero comentar que hay una película, "La Historia de Bienvenido", 1964, de Augusto Fenollar. En ella se puede ver el patio del Mesón del Segoviano en aquel año, pues un par de escenas transcurren en él. Aún se lee sobre una de la vigas, como un escrito remitía a los parroquianos al comedor sito en el número 35.
    Una mañana me plante frente a la puerta del edificio y cuando un vecino salió le pedí permiso para entrar, cuando vi el lienzo de la muralla al fondo del corredor a la derecha, no podía creer lo que ahí había, pones la mano sobre la piedra y estas tocando un pedacito de la historia de Madrid.
    En aquella visita a la ciudad me hospede en la Posada del León de Oro, cerca de ahí, en el número 12 de la misma calle, estaba renovada, pero se puede ver el aspecto que tenía antes en la película "Don Lucio y el Hermano Pio", 1960, de José Antonio Nieves Conde. Salud.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias a ti, Jorge, por tu aportación.
      Aún quedan muchos lienzos de la muralla de Madrid, que van saliendo a la luz poco a poco.
      En nuestro canal de YouTube:

      http://www.youtube.com/antiguoscafesdemadrid

      podrás ver lo que guarda la Real Academia de Ingeniería en el Palacio del Marqués de Villafranca. No te lo pierdas.

      Un cordial saludo.

      Eliminar

Publicar un comentario

Tal vez te interese: